martes, 14 de febrero de 2017

10 Poemas

1. Éxito

qué es ser exitoso, sino
un hacer que represento
donde mi ser queda impreso
y en lo que hago yo me espejo

si en mi corazón deseo
que un otro tenga éxito
le deseo en cada aliento
que sea a tiempo completo


2. ¿Alguna vez viste
algo muy oscuro
en alguien con quien saliste?

te pensé un microsegundo
y perdoname, solo puedo
describirte de este modo

si pudieras adueñarte
una palabra de este mundo
no existe más apropiado
que ‘oscuro’ para nombrarte

si pudieras convertirte
en villano profesional
serías invisible, fantasmal
te esforzarías en no irte

si pudieras disfrazarte
de catástrofe natural
en un tsunami potencial
por fin lograrías ahogarte

si pudieras encarnarte
en bestia, planta o animal
podrías a Nessie representar
decidir quién puede verte

te pensé un microsegundo
y perdoname, solo puedo
ver lo oscuro de este mundo


3. Carne y sueño

en el arco de tus brazos
y el molde de tu pecho
cabe la exacta medida
de mis vuelos más intensos

me tomas de la cintura
y yo te agarro fuerte el cuello
adentro mío turbulencia
en medio de este mar sereno


4. Vientos

es distinto, no es igual
viento de Buenos Aires
a viento de Uruguay

pensando lo esencial
en casa el único faltante
es la sal del mar

no es distancia abismal
pero para los amantes
volver a casa es respirar

es distinto, no es igual
viento de Buenos Aires
a viento sin amar


5. Almas gemelas

¿será acaso cierto
que existen almas gemelas
predispuestas a estar juntas,
en otoño y primavera?

¿cómo reconocer la mía,
si aparece algún día?
¿cómo no perderla,
sortear las trampas de la vida?

tal vez la clave en todo esto
es creerlo como cierto
creer mi amor de ensueño
atreverme a las pesadillas

animarme al desamor
a partir mi alma en dos
hacerle frente a mi deseo
de amar sin medidas

compartir con ese ser
este chiste que es la vida
eligiendo acompañarnos
siendo nuevos cada día


6. Herida

no cicatrizaste
siempre mi primer herida
no me avalaste
el rol que yo quería

por tu culpa me moví
a lugares luminosos
pero toda esa neblina
está conmigo, no se olvida

te amordazo y me retuerzo
con la sangre en mis mejillas
basta de llamarme así
no me hables, no definas


7. Pa

mucho tiempo fui chiquita
te vi irte sin volver
reciclando alguna excusa
sin querer o sin poder

te busqué con la mirada
quince años, muchas noches
no estuviste en mi mañana
qué vacía estaba casa

fue difícil y fue oscuro
andar por donde anduviste
nunca entendí del todo
nunca pude verte adicto

quisiera agradecerte
con mi piel como gallina
ser testigo, participante
verte resucitar en vida

te hablé y me escuchaste
por tu hija disfrazaste
esa noche de tu alma
amaneciste, regresaste

hoy estas acá de hierro
de chiquita estoy contenta
y de adulta
ya ganaste mi respeto


8. Omnipresente

me apareces en cada verso
con esa omnipresencia tuya
de instalarte en mi fuero interno
y acompañarme a donde vaya
y mimarme desde adentro


9. La Nostalgia

la nostalgia, ese sube y baja
despintado de la plaza
con mi abuelo de la mano
fumándose un cigarro

la nostalgia, esa mirada
de reflejo vidrioso
entenderte con un otro
sentirte bien humano

la nostalgia, ese sabor
a agua de mar salada
un rocío que no es lluvia
una mano ya olvidada

la nostalgia, ese recuerdo
borroso y desgastado
en una cajita en el fondo
bien guardado y empolvado

la nostalgia, ese abrazo
que deseas hacer eterno
aun sabiéndolo de entrada
con fecha de vencimiento

la nostalgia, un silbido
una caricia terminada
el color de alguna nube
que sin saberlo se desplaza

la nostalgia, ese amor
que cediendo ante las trampas
esquiva y adelgaza,
te vacía las entrañas


10. Cruce

en el cruce de las calles
dos semáforos alternan
marcan vidas superficiales
no dejan de dar pelea

un señor de azul observa
algo en la esquina opuesta
y mirando de costado
sigue con su vida amena





Enero 2017
Abril Mosquera

viernes, 6 de enero de 2017

Compartimientos

Lo que detonó este vacío fue haber conocido a Clara. Volvía de cenar unos tacos cuando la vi sentada en el banquito que esta frente a casa, cruzando la calle.
Yo inauguraba mis 30 años siendo una persona común y corriente: trabajaba demasiado, ejercitaba y dormía lo mejor que podía. No tenía mucha vida social pero trataba de ver a mi familia una vez por semana y juntarme con amigos ocasionalmente. Tenía días en que leía algo o veía una película por internet. Muy cada tanto quedaba con alguna chica y pasábamos la noche juntos, pero hace bastante tiempo que no estaba en ninguna relación seria. Mi vida amorosa se limitaba a recrear recuerdos llenos de polvo antes de quedarme dormido. Ya no quería saber más nada. 
Habían pasado 3 años y medio desde que mi novia murió en un accidente de tránsito. Salíamos juntos desde la adolescencia y aprendimos a ser adultos de la mano. La palabra 'extrañar' ni se acercaba a las sensaciones que vivían en mi interior. Desde que ella se fue algo adentro mío quedo desorbitado. Todas las noches me dedicaba a ordenar minuciosamente cada recuerdo, cada aroma, cada tono de voz y pedacito de piel en compartimientos especiales de mi memoria. Durante las noches ella resucitaba en mi cabeza.
Clara estaba sola, sentada en el banco de enfrente con las piernas cruzadas y anotaba algo en una libreta que le entraba en la palma de la mano. Creo que era una libreta de tapa roja. Miraba el cielo, después a la gente que pasaba por la vereda y anotaba. Llevaba puesta una campera oscura con un pantalón color arena y parecía ser unos años mayor que yo. Cada tanto seguía a algún peatón con la mirada y se frotaba las manos para después seguir anotando vaya uno a saber qué cosa.
Cuanto más la miraba más fuerte era la sensación de estar pegado al pavimento. No era una mujer linda pero había algo en su forma de actuar que me resultó atrapante. Llevaba un tiempo considerable viéndola cuando de repente levantó la vista de su libretita y me miro tan fijo como un viento fuerte que despabila. Me miró y los segundos flotaron desarmados. No se si lo imagine o fue real, pero aunque estaba a una calle de distancia, pude ver sus pupilas negras del tamaño de un botón. Bajó la vista y anotó algo. Volví a sentir el tiempo de manera normal y pude moverme, ya no sentía los pies imantados al piso. No me acuerdo su cara pese a haberla mirado con atención, mis retinas tacañas no le pasaron la información de sus rasgos a mi memoria. Su nombre real no debe ser Clara, no se por qué le digo así.
Esa noche entré a casa sintiéndome de papel. Me sentí un papel en blanco, como si fuera el principio de un libro inexistente o tal vez las páginas vacías del final. La realidad me pareció mas frágil. Me acosté, cansado, y fui a los compartimientos especiales de mi memoria como todas las noches. La quise resucitar. Busqué y trate de recordar lo único que en mi vida fue digno de llamarse amor, pero no había nada. Mire desesperadamente los compartimientos y estaban vacíos como el aire. Mi memoria era un desierto y en mis ojos nacía un río. 
Baje a la calle y crucé al banco donde había estado sentada Clara. Lloré sentado en ese viejo banco de madera y me sentí ultrajado. Sentí como si me hubieran robado algo esencial. Pensé que sería mas fácil si me hubieran amputado un brazo, o por que no, los dos. Hubiera preferido eso. Baje la vista y enganchados a una de las patas del banco vi varios papeles.
La nota que encabezaba la pila de papeles rezaba 'Gastón, 30 años, ahora son parte de mi los recuerdos de su difunta novia'


viernes, 4 de noviembre de 2016

Santiago

 A mi bisabuelo de parte materna, Santiago, lo pisó un tren cuando tenía cuarenta y tres años. Me acuerdo esa tarde que sentados en el patio mi abuela me contó sobre el accidente y sobre algunos antepasados que nunca había escuchado nombrar. De esa tarde pasaron más años de los que puedo contar.
 Salí de bañarme pensando en eso, de vez en cuando Santiago aparecía en mi cabeza. Agarré la ropa que estaba tirada en la cama y me vestí, pensé en la horrible noche que había pasado, otra de las tantas. Renuncié a mi trabajo hace dos semanas y desde ese momento no hice más que leer casos policiales en internet y fumar tabaco armado. Me senté en el sillón verde que está enfrente de la ventana y abrí la computadora. Nina suspiraba y roncaba despacio del otro lado del sillón. Los lugares ya estaban asignados, yo me sentaba siempre del lado derecho del sillón y ella estiraba sus cuatro patas del lado izquierdo. Ya hacía mucho tiempo que éramos nosotros dos.
 Me dijo que lo pisó un tren, así, como si me estuviera contado que hay lasagna para cenar o que se mudó un vecino nuevo a la casa de al lado. Quizás el tiempo tiene ese efecto anestésico sobre todo y todos por igual. Me acuerdo que le pedí que me cuente más del accidente. “Santiaguito estaba medio sordo, tenía un problema en el tímpano de un oído creo. Estaba yendo a cobrarle a unos clientes del otro lado de Yrigoyen y cuando cruzó la vía, pum, lo atropelló el tren. Ni lo escuchó el pobre”
 A mi hija no la veía hace 5 años y medio, dejó de hablarme en ese entonces y hacía algunos años que vivía en Canadá. Me mandó un mail hace dos meses. Le diagnosticaron cáncer de mama, eso decía. Me quedé helado. También leí que seguía enojada, que no me había perdonado, pero que quería verme antes de que la operen. Avisé en el hospital que iba a ausentarme por motivos personales y me subí al primer avión que pude. Cuando llegué y la vi, supe que el pasado seguía intacto.
 No pude manejar la tristeza ni la ansiedad. La miraba y veía a su mamá. Estuve con ella los días anteriores a la operación, yo tenía el corazón en la garganta, no hubiera podido soportar que le pase algo a ella también. Cuando llegó el día, le recé hasta a los santos en los que no creía. Por suerte no hubieron complicaciones, salió todo bien y de a poco se fue recuperando. No me hablaba a menos que fuese indispensable. A los pocos días de su alta me pidió que me vuelva a Buenos Aires, se ve que algunas heridas todavía no le habían cicatrizado.
 Volví de Canadá. Me recibieron las pálidas luces del pasillo, los tubos de oxígeno y el empapelado con rombos grises de la sala de espera. El aire estaba más frío que de costumbre. La vida tiene esos momentos que te ponen en una encrucijada, de golpe sentí que había una bifurcación en la cual tenía que elegir si agarrar un camino u otro. No pude seguir eligiendo lo mismo. Que la vocación es servicio, no me cabe la menor duda pero ¿servicio para quién? Nunca pude responder a eso sin sentir una punzada en el pecho.
 Es que cuando vi a mi hija toda vendada en la camilla, sin hablarme, me di cuenta lo vacías que habían sido todas mis decisiones. Sentí que tenía que elegir algo distinto, como si eso pudiera cambiar algo de todo lo que pasó. 
 Opté por renunciar al hospital, borrar mi presencia del único lugar en el que era genuinamente requerido. No aguanté más estar en ese lugar que había succionado mis años de juventud y que noche a noche, minuto tras minuto fue desgarrando mi familia hasta hacerla desaparecer. Porque para mi desde hacía algunos años, el servicio estaba teñido de tristeza y resentimiento.
 Un 3 de Julio como hoy, hace seis años, mi esposa se iba. Porque no la escuché, no escuché su tristeza en cada noche de soledad, no escuche sus pedidos de atención ni su depresión galopante. No la escuche cuando sentada en nuestra cama matrimonial, su cama en realidad, se pegó un tiro en la sien. Y no escuché el llanto de mi hija que esa madrugada tuvo el peso muerto de su mamá entre los brazos.
 Un 3 de Julio como hoy, hace seis años, la vida me ponía a cruzar Yrigoyen y mientras caminaba entre las vías, sin siquiera escucharlo, un tren a toda marcha se llevaba puesta mi existencia.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Mala señal.

A veces me da miedo, me da miedo lo que pueda llegar a salir de adentro mío. Tengo la desconfianza como alarma, un microinstante de precaución. Es un miedo casi primitivo, irracional.
Porque resistirme a mi misma es un habito aprendido, ya hace un tiempo vengo tratando de desecharlo. Creo que en algún momento habrá sido útil pero ahora estoy abierta a ver, a darme cuenta, a registrar lo que me pasa y aceptarlo.
Y como tengo el mecanismo tan armado, a veces ni me doy cuenta que lo prendo.
Y otras se que esta andando y sin embargo no lo puedo apagar.
Es como si una fuerza bloqueadora se prendiera adentro mío cada vez que intento ponerme en contacto con emociones de las que en algún momento necesite protegerme. Hoy quiero sacar la cortina de humo y ver a través.
Se que hay algo que estoy distorsionando, algo que estoy deformando y bloqueando. Se que tengo motivos para hacerlo, pero me siento abierta. Siento que puedo con eso y sin embargo no logro escucharme. Solo está el ruido, el ruido del desorden, de la rareza, de decir algo y creer que en un lugar es cierto pero en otro no. Tengo interferencias en la comunicación conmigo misma. Porque a veces pasa, tenemos mala señal. Necesito volver a conectar y conseguir un poco de claridad.
Creo que debe ser más simple de lo que pienso, es porque justamente mi espiral mental va tan lejos cuando hay desorden que pierdo el criterio para diferenciar mi verdad del ruido.
Y tengo esa sensación, muy sutil, de que se lo que me pasa.
Y no se si no se lo quiero decir a mi cabeza o a mi corazón.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Escribiendo desde esquinas

Estoy sentada en una esquina. El sol me quema la piel mientras espero que me traigan el desayuno. Alguien que ya no soy le quiere escribir a alguien que ya no está y que quizás nunca estuvo. Si serán escurridizos el tiempo y el espacio, van muy rápido. Creo que el ser humano es como un modelo viejo de computadora, de esas todas destartaladas que intentan procesar cantidades enormes de información y se traban a cada rato.
Y acá estoy, con la pantalla en blanco, intentado procesar algo de otra temporada. Es que siento que si no proceso esa información no voy a poder procesar nada nuevo, no voy a dejar que entre nada más. Pero bueno, el destiempo y los compromisos tienen sus razones. La balanza pesa más de un lado que del otro.
Este desdoblamiento interno, yo de ahora y yo del pasado, chocan y negocian. Se sacan partes, se miran con lupa, intentan convivir en un mismo espacio, intentan entenderse y aceptar que ambas existen. Es como una lucha entre el tiempo y el no tiempo. Entre un incesante presente y el caprichoso pasado.
A veces en la falsa tristeza de sentirme sola, me olvido que soy yo. Me olvido que soy muchas, muchas yo en muchos planos simultáneos de tiempo-espacio. Y miro hacia afuera desde alguna de mis partes, desde alguna de mis esquinas. Algunas se sienten solas, otras no.
Es tiempo para mi, para estar con todas mis yo.
Y cuando estoy sola, cuando estoy conmigo, la vida es amena. La gente es simpática, el clima me acompaña, los planes se acomodan, las obligaciones se relajan y disfruto. Disfruto mis compañías.

domingo, 28 de agosto de 2016

De emociones y sus tratamientos.

Y hoy que me quiero vomitar a mi misma
sacarme de adentro para ver que me pasa
hacer palpable eso intenso e intangible
mirarlo con una lupa hasta hacer su desnudo vulgar
y ver asi lo insignificante de mi padecer
lo corto que es este capitulo en esta vida y este universo.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Desconexión

Cuando hay algo que no queres ni pensar, algo que te perturba e incomoda por el simple hecho de existir como posibilidad, creo que es porque hay algo ahí que estaría bueno revisar. Hoy escribo para acomodarme, para brindarme un espacio conocido de reflexión y por qué negarlo, escribo como un desesperado intento de clarificación. Ya no intento solucionar con las palabras, pero no niego que hay un lugarcito en el que me hacen sentir cierta paz. Hasta hace poco tenía la certeza irreductible de que no quería algo, estaba tan segura que daba miedo. Empecé a dudar, no quería dudar. Vi cosas mías que están rígidas, que están funcionando mal, no quería funcionar mal. Sentí miedo a haberme equivocado, no quiero haberme equivocado.
Quiero y no quiero muchas cosas, pero eso no es lo importante. Querer y no querer me llevó a lugares de mi cabeza que tiraron fuerte del cable que me conectaba conmigo misma y dejaron tan solo un triste camino de tierra en donde debería haber una autopista. Me dividí y enrosqué con mil pensamientos que no llevaron a ningún lado.
Tarde pero seguro, allá a lo lejos andando despacito por la calle de tierra venía la claridad. Si, tenía razón en algunas de las cosas que había pensado. No, no pude ver en su momento lo amenazada que me sentí y los pocos recursos que tuve para afrontar la situación. Si, hoy veo un par de matices más. No, no tengo seguridad alguna de no estar equivocándome de nuevo.
En fin, hoy intento conectarme, ver mis puntos débiles y romper viejos modelos de funcionamiento. Intento encontrar mi forma de ser mujer, de permitirme ser cuidada, de compartir. Busco dentro de todos los posibles modelos algo propio, una extracción de pequeñas cosas de cada uno que me hagan sentir más yo.
Voy a intentar asfaltar la calle de tierra, iluminarla y hacerla transitable. Y si, supongo que es inevitable que hayan peajes.

lunes, 8 de junio de 2015

Dos días: lo bueno y la claridad.

Día uno:
Quiero escribir sobre alguien, voy a escribir solo lo bueno. Es algo asi como un ejercicio, lo bueno y lo real. Esto último me resulta mas complicado pero pretendo detectar y dejar de lado mis creaciones y agregados para registrar solo aquello que existe y pude comprobar fenomenologicamente.
Esta persona es demasiado libre. Tiene la sutileza necesaria para hacer lo que quiere, como quiere, cuando quiere, con quien quiere. Suena a poca cosa, pero estuve reflexionando sobre esa cualidad y me di cuenta que es difícil ser así en una realidad como esta. Existimos en una cultura que muchas veces desde antes de nuestro nacimiento nos condiciona y pone pautas sobre el camino que deberíamos seguir, sobre lo que esta bien y lo que esta mal, sobre lo que hay que desear y lo que hay que rechazar. Nos criamos con mandatos, con estilos de vida, con planes a futuro que muchas veces son incorporados desde afuera hacia adentro y sin embargo nos convencemos de que es algo propio.
Esta intencionalidad que le atribuyo puede malinterpretarse, lo que me gustaría resaltar es que si bien esa persona hace lo que quiere, no lo hace desde el lugar de pasar por arriba al otro, sino que lo hace como quien se desliza de momento a momento eligiendo aquello que mejor le hace. Es una sutileza que yo hasta hace un tiempo no comprendía, quizás en el pasado mi fuerte nunca fue ser sutil. El microsegundo a microsegundo, el entrar en contacto consigo mismo y con aquello que le da ganas de vivir. Es alguien que puede hacer una lectura de una situación desde lo vivencial, desde la sensación y la intuición: aquello que está implícito y a lo que no muchas personas le dan bola pero que la mayoría de las veces es completamente acertado. La capacidad de transparentar situaciones, de decir con inocencia consciente aquello que también estaba flotando en mi aire. Saber estar consigo, encontrar herramientas y situaciones que se lo permiten. La responsabilidad de ser el mismo. El reino del absoluto sentir.

Día dos:
Entendí a alguien. Durante una secuencia de minutos, sonidos y respiraciones pude vislumbrar algo que antes solo veía desde afuera, desde la frontera. Ayer entendí un momento, mil piezas de rompecabezas que estaban desparramadas en mi mente formaron una armoniosa imagen, un despejado panorama de lo que sucedía en ese instante de mi vida y sus motivos de ser. Fue como si una puerta enorme se abriera ante mis ojos y me permitiera ver eso que me estaba pasando, con su lógica y sentido.
Que loco que la realidad este tan cerca y sin embargo a veces pueda estar tan lejos.
Que loco perderse en la neblina de la confusión y súbitamente ver la claridad en todo su resplandor.
Que lindo cuando dentro del sin sentido que perturba la existencia humana podemos encontrar un sentido propio, personal y único.
Que lindo cuando encontrandote con otros te encontras con vos mismo. Pocas cosas mas satisfactorias que hilar toda una vivencia y resignificarla entendiendo aquello que antes no podíamos.
Que lindo entender, pero ojo, no hablo del entender intelectual que siempre me sedujo, hablo de un entender totalitario. La unión de las partes, la fusión de lo que es opuesto pero complementario, el equilibrio entre aquello que es constitutivo pero debemos encontrar y poner en su correcto grado.
Que difícil entender profundamente a alguien y no poder comunicarlo con cosas concretas como son las palabras, que difícil y que lindo, me atrae ambiguamente que hayan cosas que escapen a la limitación de lo que podemos materializar.
De las personas que elegimos tener cerca, siempre nos resuena algo en nuestro interior y entender aquello que aporta alguien a tu vida (más allá de lo cultural, lo social y demás agregados mundanos) es de las cosas mas amorosas que pueden pasarte. El poder estar con vos y estar con otro, algo que suena tan simple y realizable, es uno de los desafíos que más difíciles pero que más satisfacción me genera. La filosofía de confianza en el otro, de detectar y reconocer que tiene algo personal que lo hace irrepetible, de verlo como es y mostrarnos como somos. Lo sincero de desearnos mutuamente que podamos ser el 100% de nuestras potencialidades, esas cosas latentes que nos vemos el uno al otro y que nos habitan como seres únicos que (todos) somos.
De anoche me llevo un lugar, fue como el último y más importante adorno que necesitaba para crear en mi misma un lugarcito al que recurrir cuando quiera esa óptica que tanto me costó validar y equilibrar. Pensar y sentir. Sentir y pensar.
Hoy entiendo, cada engranaje esta sincronizado a la perfección en la combinación tiempo-espacio-sentido. No se a qué fuerza superior se agradece esto, pero gracias. Gracias a mi. Gracias a vos.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Una vez me dijeron que lo mas personal es lo mas universal.

Hasta hace poco tuve un camino a seguir, metas y objetivos que ordenaban cronologicamente mi vida y que determinaban cuán bien o mal debería estar. Empecé a dudar de ese camino, me di cuenta que mi vida no tiene por que estar sobredeterminada, tendiendo hacia un camino específico. Esto me despertó curiosidad sobre que otras cosas hay disponibles para mi, lo cual no significa cambiar algo real de mi rutina o las cosas que hago actualmente. Es mas una cuestión de enfoque que de contenido. De repente sentí el peso de la enorme libertad que tengo en esta etapa, el peso o la levedad, como prefieran llamarlo. Me vi apreciando la vida de otros, respetando sus elecciones, no peleando con eso que para mi estaba mal sino validando que cada uno elige lo que quiere para su vida. Devalué mi personaje mas preciado, el de ayudadora (dicen que la ayuda es el lado soleado del control). Me permití ser y permití a los otros que sean.
Estas palabras están despojadas de la falsa ilusión de significar mi experiencia en un 100%, son mas bien un recordatorio personal sobre esta etapa tan extraña y cómoda de mi vida.
Me siento atrapada en la ambiguedad del lenguaje, en la limitación de las palabras y la posibilidad de exteriorizar en algún grado las cosas que transcurren en mi interior. Hoy mas que nunca, creo que las mejores cosas (y a veces las peores) son aquellas que no pueden explicarse con palabras. El sexo, la música, las sensaciones que atrapan nuestra corporeidad y por otro lado la total ausencia de ellas, es decir la muerte. Qué atractivo aquello que no podemos simbolizar mentalmente en su totalidad, aquello que escapa a nuestra supuesta característica esencial: la de ser animales racionales. Qué lindos esos momentos que te sacan del trance de lo "normal" y te recuerdan que te pasan cosas, cosas que exceden tu capacidad de control. Es tan sencillo y a la vez tan intrincado. Quizás la belleza de la vida está ahi, en la incapacidad de "comprenderlo" pero a su vez captarlo con extrema precisión.
Me escribo esto para recordarme, para poner de forma medianamente tangible algo que no quiero cederle al desgaste de mi memoria. Me escribo para contarme que en un momento me desprendí temporalmente de mandatos y supuestos para poder hacer lo que tenía ganas, como tenía ganas, cuando tenía ganas. Que perdí la necesidad de control, que me deje llevar por lo que me sucedía sin programar ni temerle a lo que vaya (o no) a pasar en un futuro.
Me escribo para contarme que estoy siendo responsablemente adolescente, me escribo para pedirme que cuando vuelva a sumergirme en un plan de vida (espero que mas subjetivamente diseñado) me acuerde de esta sensación de levedad, de los lazos sin dependencia, de ser como tengo ganas de ser.
Hoy quiero encontrarme conmigo, encontrarme con otros, estoy encariñandome con la simpleza de hacer lo que convoca las ganas, la intencionalidad sin juicios ni planes, tan solo el momento a momento.
Una vez me dijeron que lo más personal es lo mas universal, y no se si ustedes sentiran lo mismo, pero que simplemente profunda es la vida vivida desde las entrañas.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Soy (subjetivamente) científica.

Descubrí un método. No tan largo como el Discurso del Método de Descartes o El discurso del rey, la película. Un método que tiene un objetivo claro, un problema a resolver. Un método casi científico, de esos con contrastación empírica y consecuencias lógicas. Bueno, no se si tanto pero igual les cuento.
Es un método para acordarse, para combatir el despiste y la falla de memoria tanto a corto como a largo plazo. Es fácil, sólo tenes que acostumbrarte a usarlo, como si fuera un reloj o un anillo que usas a diario. Es aplicable para aquellos que se conocen lo suficiente como para saber que se van a olvidar, que ese momento se va a escurrir rápidamente sin fijarse en su cabeza. Es para aquellos que sienten que su vida es como una película que está en foward, las dos flechitas del reproductor que permiten acelerar el ritmo. Para los que ponen poca atención, o los que por más que intenten no pueden acordarse los detalles de una situación. Para los melancólicos, para los que buscan afirmar su presente y por lo tanto su pasado. Para los que quieren una vida más intensa.
Como me considero dentro del grupo de personas incapacitadas para almacenar situaciones pasadas en la memoria, intenté buscar una solución a esto. Reglas de memoria, juegos de palabras, asociaciones de contenidos nuevos con ya existentes. Nada. No me sirvió. Entonces me resigné, asumí no estar mentalmente predispuesta para recordar el detalle extremo de lo banal, para el almacenamiento de lo irrecuperable. Entonces sentí un vacío, el vacío que dejaba el pasado escurriéndose entre mis neuronas poco atentas. Si, poco optimista, pero ya les adelanté que tengo una solución. Por lo menos para mí clasifica como tal, y si yo que era racional hasta la médula pude aplicarlo vos también. Prestá atención.
Cuando estas en una situación que te gusta mucho y que te encantaría recordar pone pausa mentalmente por una fracción de segundo. Frenas, no es tan difícil, como cuando manejas o como la cámara cuando saca una foto. Una vez que frenaste y te diste cuenta que te queres acordar de ese momento, haces algún movimiento que te sirva de cable a tierra no se apretá los puños de las manos, aplaudí, pestañeá tres veces, agarrate una teta, lo que se te ocurra. Tiene que ser algo físico y puede ir desde lo espástico hasta lo más sutil. Bueno, ya casi termina, te dije que era fácil.
Una vez que hiciste algo físico, que tuviste la sensación corporal de estar haciendo algo completamente voluntario, tenes que prestar atención adentro. Inmediatamente después de la acción física y sin pensar mucho, tenes que preguntarte que sentís en esa situación que queres recordar. No, no le pongas palabras, solo observalo, miralo atentamente y fijate que te genera. Eso que te genera, al prestarle atención se guarda, se linkea directamente con la experiencia mundana que estas atravesando. Entonces cuando quieras acordarte detalladamente de un momento, de una persona, de una situación particular, automáticamente viene el link adjunto. Y con la sensación, con eso que la situación te dejo adentro, ya sobra. No hace falta acordarse el color de remera que tenía puesta, el escenario físico donde ocurrió, la fecha cronológica. Todo deja de importar. Estas reviviendo ese momento, voluntariamente, la cantidad de veces que tengas ganas. Si, epistemológicamente hablando me quedo medio corta, pero funciona, te lo aseguro en carne propia.